
El día comenzaba muy temprano en el aeropuerto, de esas horas que no sabes si cenar o desayunar, nuestro vuelo salía a las 6AM de Barajas, así que con más que legañas en los ojos embarcamos hacia Amsterdam donde cogeríamos el vuelo que no llevaría directamente al aeropuerto del Kilimanjaro donde llegamos pasadas las 18.oo y con la noche ya bien entrada.

La noche transcurrió sin muchos sobresaltos, sin no incluimos la chupa de agua que cayó a la noche y que encima dentro de la tienda suena 3 veces más, así que salvo el sobre salto de la lluvia todo transcurrió con normalidad y dormimos plácidamente

Un día más el día amanecía sin más sobresaltos que la lluvia por la noche y mis reiteradas visitas al baño. Dormir sobre una esterilla no es lo más confortable del mundo, pero la verdad es que a pesar de la lluvia la tienda no caló nada y los sacos son bien calentitos, así que la noche fue razonablemente bien

Una noche más llovió a cantaros, la verdad es que tuvimos bastante buen suerte ya que todo el agua cae a las noches y durante el día está más que agradable, al menos hasta este punto

La realidad es que las de las 4 horas que teníamos antes de las 23.30h yo creo que no llegamos a dormir ni 20min cada uno. No sé si los nervios, la hora “absurda” de echarse a dormir o una combinación de ambas.

Arrancaba el último día, los últimos kilómetros para poder decir, sin ningún pero que había logrado tocar el techo de África y llegar a buen puerto.

Un viaje de esos que no se te olvidan, una experiencia exigente pero que una vez superada te deja un sabor de boca insuperable. En combinación con una semana en Zanzibar es el plan 10.