Como cualquier viaje que se precie, hay que terminarlo en todo lo alto y sobre todo de relax. Y este no iba a ser de otra manera. Las paradisiacas playas de Varadero y una brillante pulserita nos esperaban.
Hoy amaneceríamos en la preciosa Trinidad y dormiríamos en la histórica Santa Clara.
Nuestra siguiente parada sería Trinidad una de las ciudades coloniales mejor conservadas no sólo de Cuba, sino también de América, inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.
Viñales, un pequeño pueblo de la sierra Cubana que esconde todo el encanto de la magia del puro.
El primer paseo, con una noche cerrada y por una Habana destartalada es algo que no se olvida.
Arrancaba el último día, los últimos kilómetros para poder decir, sin ningún pero que había logrado tocar el techo de África y llegar a buen puerto.
La realidad es que las de las 4 horas que teníamos antes de las 23.30h yo creo que no llegamos a dormir ni 20min cada uno. No sé si los nervios, la hora “absurda” de echarse a dormir o una combinación de ambas.
Una noche más llovió a cantaros, la verdad es que tuvimos bastante buen suerte ya que todo el agua cae a las noches y durante el día está más que agradable, al menos hasta este punto
Un día más el día amanecía sin más sobresaltos que la lluvia por la noche y mis reiteradas visitas al baño. Dormir sobre una esterilla no es lo más confortable del mundo, pero la verdad es que a pesar de la lluvia la tienda no caló nada y los sacos son bien calentitos, así que la noche fue razonablemente bien
La noche transcurrió sin muchos sobresaltos, sin no incluimos la chupa de agua que cayó a la noche y que encima dentro de la tienda suena 3 veces más, así que salvo el sobre salto de la lluvia todo transcurrió con normalidad y dormimos plácidamente