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Fez, la Ciudad del Cuero y los Curtidores

Fez, la ciudad del cuero y los curtidores. Junto con Chefchaouen la ciudad que más ganas tenía de conocer del norte de Marruecos.
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Fez, la ciudad del cuero y los curtidores. Junto con Chefchaouen la ciudad que más ganas tenía de conocer del norte de Marruecos.

A Fez llegamos a media tarde, pero a estas alturas del invierno media tarde es prácticamente de noche. Así que tras dejar la furgoneta en el parking que hay en una de las entradas de la medina nos fuimos a dar una vuelta de reconocimiento a la medina. La medina estaba ya apagándose, los comerciantes estaban cerrando los puestos y poco a poco la vida iba desapareciendo de las calles. La medina se iba volviendo más y más fantasmagórica. Con todos los puestos cerrados, las calles estrechas, casi sin gente y con esas luces anaranjadas típicas de las lámparas de vapor de mercurio la verdad es que daba respeto meterse más en la boca del lobo. Más o menos cuando ya estábamos a punto de retirarnos un tipo con el que nos cruzamos empezó con el clásico cortejo al turista: “¿De donde sois?”, “¿Estáis perdidos?”,… pero la verdad es que en la medina de Fez merece la pena agenciarse un guía no oficial para, por poco dinero, conocer bien la medina. Así que nos dejamos llevar para comprobar que tal se portaba y proponerle así que nos hiciera de guía al día siguiente. A un paso difícil de seguir nos llevó por las intrincadas calles de la medina, ahora ya completamente inerte. La verdad es que nos dio buena espina, era un tipo joven y que chapurreaba castellano, así que una vez de vuelta en el parking acordamos con el vernos  a las 9.30 de la mañana en el mismo sitio para ver la medina ya da día.

Nosotros pusimos rumbo al camping más cercano a dar cuenta de una buena cena en la furgo y caer rendidos a recargar las pilar para el día siguiente. Si hay algo que mola de Marruecos es los precios de los campings, hemos llegado a pagar 6 euros por furgo + 2 personas con agua caliente.., sin agua caliente hubieran sido 4.

De camino al camping tuvimos nuestro primer encuentro con las autoridades marroquíes. Poco antes de llegar al camping había un control rutinario y nos pararon para revisar los papeles y poco más. La verdad es que nos vino hasta bien para confirmar que teníamos todo en regla.

Como habíamos acordado a las 9.30 nos juntamos con nuestro guía, que ahora que caigo no sé si llegamos a saber su nombre en algún momento. Comenzaba el laberinto del minotauro en versión marroquí. Calles, giros, cuestas, puertas se sucedían a una velocidad imposible de recordar. Llega un momento en el que no sabes si vas o vienes, si has pasado 2, 3 o 7 veces por el mismo sitio. Una de las cosas que más me gustó de la ruta fue que nos llevo al alto de una colina a las afueras de la medina donde los curtidores ponían la piel a secar y de donde se podía apreciar una brumosa panorámica de la medina.

Ya de vuelta al laberinto, la medina ahora si bullía de actividad. La verdad es que ir con un guía es cómodo ya que te olvidas de todos los aspirantes a guía que te taladran intentando acoplarse, ven que ya tienes dueño y ni lo intentan. Obviamente y a sabiendas de cómo funciona el tema, le dije bien claro que no queríamos pisar ni una tienda pero bueno amparándose en que no eran tiendas sino cooperativas ya nos llevo a un par de ellas, pero de la que entrábamos decíamos que no íbamos a comprar nada y salíamos directamente.

Obviamente una de las cosas más impactantes de Fez es ver a los curtidores trabajando y era una de las cosas que más ganas tenía de ver y la verdad es que según vas subiendo a las terrazas desde donde se ven puedes ir comprobando el pestuzo que empieza a haber. Muy amablemente te dan unas ramas de menta para que te las pongas en la nariz y sea más llevadero. Obviamente hubo un momento en que tuve que decidir sin menta en la nariz o fotos, la respuesta es obvia ¿no?, al final no es para tanto.

Poco después de visitar los curtidores nuestro guía nos llevó fuera de la medina a visitar una mezquita pero en ese momento se acercó un colega suyo que le dijo algo a la oreja y se volvió a nosotros a decirnos que andaba la policía y que si les pillaba con nosotros le multaban. Nos encomendó a quedar en un rato en otro sitio, pero a decir verdad ya habíamos visto la medina a fondo y nos apetecía perdernos sin rumbo por nuestra cuenta. Así que le dimos su propina, 50Dh (unos 5 euros) y volvimos a entrar a la medina para patear a nuestra bola.

Rozando la hora de comer decidimos que ya era hora de volver a la furgo así que nos dispusimos a la incomiable labor de salir de la medina después de llevar más de 4h pateandola, misión imposible. Pero uno que es perro viejo había lanzado una aplicación en el móvil para grabar cada movimiento dentro de la medina por lo que pudiera pasar a sabiendas de lo laberíntico de sus calles. Nos costó un poco deshacer el camino pero salimos al parking donde estaba la furgoneta. Por curiosidad se me ocurrió mirar los datos del track que había grabado dentro de la medina y unos nada despreciables 10km habíamos andado entre calles y callejas.

Ya con el culo en la furgo y tras pagar el parking con una coronita y un puñado de drihams enfilamos la carretera hacía las gargantas de Todra. Había que pasar todo el Atlas y nos quedaban varias horas de furgoneta.

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