Día 1
3 de julio, calor de la justicia en Madrid y una nueva aventura por delante. Así ha comenzado una de las aventuras personales más interesantes que he vivido. Pues bien, en el fondo la aventura empezó unos meses antes cuando una tarde, navegando por mi página de Facebook, tuve un amor a primera vista: el viaje a Cuba de los chicos de www.atomarpormundo.com.
Este es un viaje que hacía tiempo que quería hacer, pero que Laura ya lo había visitado en su viaje de fin de año, por lo que es un destino que siempre se mantuvo alejado. Pero cuando vio lo que estaban haciendo José Pablo y María José, fundadores de “The Adventure Club”, no pudo creer lo que estaba viendo. Un viaje a Cuba, con un grupo absolutamente desconocido y con un enfoque de viaje muy local y vivencial. Santo cielo, casi salté del sofá a la computadora para reservar todo.
Como comenté esta vez, el viaje sería un poco diferente, después de haber viajado en pareja, solo e incluso recientemente con 3 fotógrafos que no conocían en absoluto Islandia, el formato de este viaje era más parecido a algunos campamentos donde el grupo iba a ser parte fundamental de la aventura y eso es algo que me motivó especialmente Volvamos al día D y hora H, alrededor de las 2:00 pm Tomé un taxi con mi mochila y una sonrisa de oreja a oreja para empezar a encontrarme con mis compañeros de viaje en el aeropuerto, en concreto 6 de ellos, ya que el resto del grupo ya estaban en La Habana esperándonos.
Móvil en mano, tirando whatsapp y frente a la zona de seguridad, una chica se me acerca y me dice, ¿eres Aitor? Todavía me pregunto cómo me reconoció, pero gracias a Dios … comenzaba la aventura, ya conocía a la primera integrante del grupo, Cristina. Primeras charlas en la interminable cola para el control de pasaportes y poco a poco los 6 que viajamos juntos, el equipo de Iberia: Cristina, Pepe, otra Cristina, Alba, Jorge y yo nos reagrupamos.
Rumbo a La Habana. 9 horas de viaje nos separaron de la isla caribeña y del resto de lo que acabaría siendo una gran familia. Películas, sueños y una cerveza clandestina en la cola del avión con el resto de miembros del Iberia Team. Así fueron pasando las horas hasta aterrizar en el aeropuerto José Martí de La Habana. Allí nos esperaba José Pablo, botella de agua en mano para darnos la bienvenida a la cálida Habana.
Ya de noche y con las calles inundadas por la tromba marina que había caído horas antes nos encontramos con un tal Eddy, un cubano con aires de Vin Diesel que nos recibió a Cuba y nos subió a un taxi que Regeaton a través de nosotros nos llevó al centro. de La Habana donde nos esperaba el resto del grupo para ir a cenar. Ahora sí, estábamos todos ahí.
El primer paseo, con una noche cerrada y una Habana destartalada es algo que no se olvida. Con esa sensación de estar todavía fuera de lugar, de sentirse extraño, pero con la emoción de que el viaje ya había comenzado y también rodeado de un grupo de personas aún por conocer. Ya sentados a la mesa, comenzamos a saborear los manjares de la tierra y comenzaron las primeras charlas, comenzó la aventura.
Día 2
Primera noche en La Habana, primeras eliminatorias, primeras sensaciones. Empezó uno de esos días que te llevas con ganas. Mango, tortilla, pan y mermelada. Gasolina más que suficiente para empezar el día. Eddy duchado y preparado nos contó un poco sobre el plan del día que se resumía en disfrutar de La Habana, deambular e intentar saborearla con todos sus matices. La primera parada, e improvisada, fue una guardería en la esquina muy cerca de nuestro albergue.
Cuando los profesores nos vieron pasar nos invitaron a entrar. Un edificio algo ruinoso, con un busto del omnipresente José Martí en el centro del patio y varios pisos con niños de diferentes edades pasando el día. La maestra nos dijo cómo las madres podían dejar a sus hijos mientras iban a trabajar y dónde recibían las comidas diarias regulares por una cantidad al mes, aunque no recuerdo la cantidad.
¿Y si recuerdo que con más de dos niños el servicio era gratuito? A pesar de la penumbra del lugar, con paredes desconchadas y sin más decoración que algunas manualidades de los propios niños, no hubo dolor, los niños parecían entretenidos. He grabado la imagen del grupo de chavales de unos 6 años que miraron con asombro una emisión de dibujos animados absolutamente desafinada y ahí es donde te das cuenta de cómo la ignorancia a veces genera felicidad. Si esos niños supieran que a pocos kilómetros al oeste hay cientos de canales con imágenes, seguramente no estarían con esa “felicidad”. Visita que nos hizo aterrizar un poco más en la realidad del país.
Seguimos pateando La Habana vieja a las órdenes del siempre atento Eddy que nos explicaba todos los detalles habidos y por haber y comenzaban las primeras preguntas sobre cuestiones de la isla: propiedad privada, trabajo, organización política…, temas que serían una constante en todo el viaje. Tras callejear un rato aparecimos en una plaza donde todo el mundo estaba absolutamente consumido en su mundo digital. Móvil en mano no prestaban atención a quién estaba sentado a escasos centímetros suyo.
Es algo que choca al verlo, aunque luego te acabas acostumbrando y tiene una explicación bien lógica. Cuba es un país donde, como se podía esperar, el acceso a la información es un bien que se intenta controlar a todos los niveles. Por descontado solo existe una cadena y un periódico oficial, pero en el siglo XXI tener a la gente sin acceso a Internet hubiera supuesto un foco de conflicto asegurado. Por lo que el gobierno tiene habilitadas unas pocas plazas con acceso a Internet.
La única conexión a internet es la estatal, y te debes conectar con unas tarjetas que conseguirlas cuesta sudor y lágrimas. Resumiendo, en Cuba hay el acceso a Internet mínimo para que la gente no se sienta demasiado censurada, pero sin excesos que faciliten el librepensamiento. El resultado, lo que os contaba, plazas repletas de gente consumida por las nuevas tecnologías.
El día fue pasando entre calles, charlas, coches antiguos y una pequeña escapada a Regla. Regla es un municipio de La Habana con más de tres siglos de existencia. Su nombre aborigen es Guaicanamar que significa frente al mar y su origen está ligado a la Virgen de Nuestra Señora de Regla, Yemayá en la Religión Yoruba, que le da nombre al territorio y a su famoso santuario. Se llega a este lugar cogiendo un ferry muy auténtico en el Emboque de Luz en La Habana vieja.
Y para vivir la experiencia completa de los medios de transporte cubanos, cogimos un autobus de linea de vuelta a La Habana vieja. Es una visita rápida, dónde quizá lo más interesante es el viaje en ferry y la vuelta en un autobus a ritmo cubano, donde Kiss FM es sustituido por Salsa FM y donde por descontado el aire acondicionado es ciencia ficción.
Ya de vuelta en La Habana vieja dejamos que los últimos rayos de sol nos acariciaran sentados en el mítico malecón, viendo como los pescadores peleaban con anzuelos y cañas a la vez que coches de todos los colores y modelos nos rozaban las espaldas. El final perfecto para un primer día en La Habana.
Día 3
Segundo día en Cuba, y la cosa ya empezaba a fluir a ritmo cubano. El Jet Lag comenzaba a ser historia y la gente ya había dejado de ser desconocida, esto empezaba a coger fuerza. La visita estrella de hoy sería el “Callejon Hamel”, un lugar sin duda peculiar donde visitaríamos a un grupo de chavales cubanos que nos haría pasar un buen rato. El callejón Hamel es algo difícil de describir con palabras, una descripción muy generalista podría ser una especie de centro sociocultural afrocubano.
Escondido en una anodina calle del barrio de Callo Hueco en La Habana, nada hace presagiar lo que puedes encontrarte una vez cruzas la verja que lo separa de dicha calle. Nada más a atravesar la verja un universo de color, formas y poemas te abruma desde cada esquina. No hay un solo hueco en donde no haya algún tipo de expresión artística, las antípodas del minimalismo, digamos que un podría ser un barroco centrifugado con millones de colores y formas.
Detrás de este proyecto está un tal Salvador González Escalona, escultor y muralista cubano que transformó esta pequeña callejuela para plasmar y difundir los orígenes africanos de la identidad cubana. Allí dentro pudimos jugar y reir con un grupo de chavales con los que tuvimos un intercambio cultural cubano-andaluz bien interesante y saboreamos los ritmos de la danza afrocubana.
Eddy, nuestro guía nos hablo largo y tendido sobre la Santería Cubana, una práctica religiosa en la que se mezclan elementos de la cultura española (católica) y africana (yoruba). Nos explicaba que se formó gradualmente cuando los esclavos africanos provenientes de Nigeria y otros países de África occidental practicantes de la religión yoruba, fueron identificando sus deidades africanas (orishas) con los santos del catolicismo, religión oficial en Cuba.
Tras una buena dosis de ritmos afrocubanos y con los ojos llenos de colores y formas, nos dejamos caer por algún mercado local donde compramos fruta y respiramos un poco de la vida más lugareña de La Habana. Charlamos con los dueños de los puestos y disfrutamos del contacto con la gente local, para sin comerlo ni beberlo terminar comiendo una especie de pizzas típicas en un videoclub cubano.
Lo de videoclub, merece una pequeña explicación, se trataba de lo que aquí llamamos top manta, pero allí dista mucho de ser ilegal. Lo curioso de todo esto es que, como comentaba más arriba, la conexión a Internet es algo absolutamente irrisorio, por lo que ¿cómo se nutría el videoclub? Pues con lo que ellos llaman El paquete, un compendio de material digital, que aunque ilegal, plenamente permitido que se distribuye semanalmente.
Ya con la panza llena, un buen paseo de vuelta al hostal, donde nos esperaba una tarde de lo más interesante. La tarde estaba reservada a lo que Jose Pablo y Maria José bautizaron como “charla al fresquito”, entiendase lo del fresquito como una fina ironía. Eddy, nuestro guía nos respondería a todas las preguntas que quisiéramos hacer sobre Cuba, sobre su política, sobre la revolución, el comunismo.., lo que nos viniera en gana. Pero antes de esto, y gracias a la insistencia de Andrea (gracias por insistir), nos hicimos una escapada al mítico Floridita. Un bar icónico de La Habana, que aunque un poco guiri bien merece una visita. Cuentan las malas lenguas que Hemingway pasaba las tardes bebiendo Daikiris como una esponja, y es por ello que es tan famosa esa bebida en este bar. Así que como no podía ser de otra manera nos pedimos una buena ronda de Daikiris y nos sentamos a disfrutar del espectáculo de música cubana donde una chica, que creo que se llamaba Eva, cantaba con una voz que te dejaba absolutamente hipnotizado.
Pero hubo un momento especial, casi mágico donde Eva se percató que Mila estaba absolutamente emocionada escuchándola. Eva se acerco, y la conexión que hubo entre ellas dos, solo lo saben ellas, pero fue un momento que aún me pone la piel de gallina solo de recordarlo. Si vais al Floridita preguntad por ella, su voz te atrapará. Ya con el Daikiri rebañado y con una sensación de haber vivido un momento precioso nos fuimos de vuelta al hostel a esa “charla al fresquito”. Ya en el hostel, con Eddy en medio del un corro y todos preparados para disparar con palabras, comenzaba una de las actividades más interesantes del viaje. Me sorprendió gratamente como no existía un “discurso oficial” del que nadie se saldría.
Eddy hablo más o menos sin pelos en la lengua. Eddy es un cubano que jamás ha salido de la isla, pero que tiene a sus padres en Miami, por lo que a pesar de las limitaciones de información dentro de la isla, sabe de buena tinta lo que hay fuera, por lo que su testimonio fue bien interesante. Al final acabó uniéndose más gente del hostal y fue muy enriquecedor ver los diferentes puntos de vista que tiene la gente sobre el sistema politico, las libertades (o la falta de ellas). Un momento impagable, sin duda.
Y ahora sí, hubo un momento épico del viaje …, el taller de mojitos. Y por último, les voy a decir que no se imaginan que la noche terminó con muchas risas, jugando a la silla como si no hubiera un mañana y con unos cuantos habaneros quemados en una discoteca de salsa. Otros, más formales (por ahora) fuimos al malecón para charlar y disfrutar de la noche caribeña de otra forma. La Habana se despidió de nosotros. Siguiente parada en la región de Viñales de tabaco y puros.
2 responses
Hola Aitor. Gracias por hacernos revivir lo maravilloso que ha sido este viaje. Son tantas cosas las que nos han pasado y hemos disfrutado que a veces cuesta ponerlo todo en pie y tú lo has conseguido (lo estás consiguiendo). Ansioso por leer los siguientes capítulos.
Waaao Tomás, gracias por tus palabras. Viniendo de alguien del gremio de las letras es todo un lujazo! un abrazo crack!