Goa, es una pequeña región de pescadores que ha vivido bajo el yugo portugués hasta hace muy pocos años. La influencia se ver por todos los lados. Ya no hay templos, ahora hay iglesias por doquier y las casas evocan a un Lisboa en miniatura.
Todo el mundo nos había hablado mucho y bien de Varanasi. Se trata de la ciudad sagrada por excelencia. Bañada por el Ganges todo aquel que puede permitírselo acude allí a purificar su alma.
Las 6.00 de la mañana es muy pronto para casi cualquier cosa, pero ver el Taj Mahal al amanecer es algo por lo que merece la pena madrugar.
El Monkey Temple es un edificio bastante vistoso encajado en una garganta y obviamente regentado por una colonia de monos.
La llegada a la ciudad rosa es algo difícil de olvidar la verdad. Tras pasar la muralla que la delimita, un absoluto caos se abría ante nuestros ojos. Claxones, ruido de motores y cientos y cientos de personas que abarrotaban las calles. Algo verdaderamente de locos.
Pushkar, es sin duda, el sitio donde más turistas nos hemos encontrado (sobre todo gente hippie), a pesar de ser el sitio con menos cosas para visitar, el lago y poco más.
Jodhpur se reconoce fácilmente ya que muchas de sus casas están pintadas de azul.
Mujeres haciendo la colada, niños correteando. Tuvimos claro que nos habíamos alejado de la zona turística al ver que no había ni un solo negocio, que nadie te pedía rupias por mirarle, que nadie te intentaba vender hasta su alma.
Como no podía ser de otra manera, Jaisalmer nos tenía preparada otra sorpresa.