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Relax en Playa Máncora, el Balneario Natural de Perú

Playa Mancora, es un pueblito pesquero con largas playas preparado para disfrutar de casi todos los placeres terrenales.
¿Qué encontrarás en este Post?

Ya estábamos cerca del paraíso, del relax y de disfrutar de nuestros merecidos días sin hacer nada. Tras visitar prácticamente todos los climas de Perú, nos quedaba el clima de sol y playa. Pero bueno, como todos los viajes el destino aún nos tenía preparada otra sorpresa.

Guía de Viaje a Perú

Tras despedirnos de Alexi a los pies del puerto de Puerto Maldonado cogimos un taxi al centro de Puerto Maldonado, aún teníamos un día por delante antes de coger el bus nocturno que nos llevaría a Cusco de nuevo.

Nuestras geniales amigas Limeñas nos habían invitado a pasar el día con ellas en el hostal de su tio. Es increíble como en tan poco tiempo puedes hacer migas con la gente y que dos días después de conocerlas estábamos riéndonos con su familia en la piscina del hostal.

Esta son las pequeñas historias que hacen de los viajes algo mucho más allá de cambiar de lugar por unos días. El día fue pasando entre risas e intercambio cultural con la familia de Christine y Nicole, nos llevaron a comer a un restaurante con una comida deliciosa, y tras unas compras por el mercado de Puerto Maldonado tocaba el momento de despedirse ya que partíamos hacia Cusco.

La buena de Nicole dijo que se encargaba de buscarnos un alojamiento para nuestro último día en Lima y arreglarnos el transporte desde y hacia el aeropuerto, un amor.

De la misma manera que vinimos, nos hicimos la oruga en el bus y comenzamos a soplar con la idea de amanecer llegando a Cusco, ilusos. Mecidos por el traquetreo del bus la noche iba pasando, hasta que en un momento el bus se detuvo.

Tampoco le di más importancia y tras darme la media vuelta seguí durmiendo. El caso que es 1h después seguíamos parados, el reloj marcaba las 4 A.M y eso ya empezaba a sonar mál. Para mas inri, me meaba como una burra y en un intento de encontrar el baño terminé en la cabina del conductor, y para mi sorpresa estaba desierta.

Ya la cosa era un poco extraña de cojones. Pero sumido en esa modorra de las 4 de la mañana volví a mi sitio a dormir, pensando que sería una parada programada o algo así. El reloj seguía avanzando y ya con el primer clareo de luz de las 5.30 de la mañana comenzaba la gente a desperezarse y a verse sorprendida, aunque a decir la verdad no mucho.

El caso es que ya moscas, decidimos bajar del bus para ver que pasaba, nuestra cara al ver la caravana que había montada fue épica. Resulta que había habido un desprendimiento en la carretera (más o menos habitual en época de lluvias) y no se podía pasar hasta que lo arreglaran, cosa que iba para muy largo teniendo en cuenta que allí no se entraba a trabajas hasta las 7 de la mañana.

Playa Mancora

Con la angustia de perder el avión que nos llevaría a la playa, Laura preguntó a uno de los conductores si llegaríamos a tiempo al avión (a las 14.00 de la tarde), su respuesta contundente, ¡ni de coña!

A Laura ya se le saltaban las lágrimas y yo no sabía si reir o llorar. Una vez más le hablaba de mi teoría sobre el equilibrio del universo, habíamos tenido mucha suerte con los vuelos y enlaces y algo así tenía que pasar. El tema es que teníamos que llegar a Cusco por cojones, aunque fuera en avioneta.

Ya más calmados los chofers nos dijeron que probáramos a parar un coche y que nos llevaría a Cusco por unos 20 soles ya que hay un camino sin asfaltar por el que si pasan los coches.

Comenzaba la divertida misión Pekin Express, conseguir coche a las 7 de la mañana y que nadie se adelantara claro, había una cola de más de 15 autobuses llenos de peña. Así que comenzamos a andar carretera abajo para interceptar al primer coche que pasara, y ahí ya vimos que unos 4 o 5 hacían lo mismo, así que habría que pelearlo.

Desprendimiento Camino a Playa Mancora

Tras unos momentos de rivalidad oculta tras un caminar cada vez más rápido de cada uno de los participantes en el reallity, un señor paró una moto que iba en dirección contraria y dijo que bajaba al pueblo más cercano a por un taxi tipo Van, y efectivamente lo logró.

Ya con el taxi la gente quería pillar plaza como si fuera un convoy de ayuda humanitaria, así que con un grito le dija a Laura que se metiese en la furgoneta y que matase al que intentase ocupar mi plaza  que yo iba a por las mochilas.

Dentro del autobus la gente seguía durmiendo hasta que tras darme un cabezazo con la televisión espeté un “caguendios” que dudo que no cortase la fase REM de cada uno de los viajeros.

Bueno, parecía que la cosa estaba más o menos encarrilada, nos reiamos de la situación pero la verdad es que fue una especie de tragicomedia. Hacinados en una furgo y con todo el equipaje amarrado en el techo nos separaban 3h de un pequeño pueblo en el que el conductor de la furgo nos dijo que hasta aquí, que él no llegaba hasta Cusco.

Pues nada, a buscarse la vida otra vez y coger otro taxi que nos llevara hasta Cusco, pero este tampoco nos quería dejar en el centro de Cusco. Así que ya con el tercer taxi llegamos al centro de Cusco donde aún nos sobraron un par de horas para hacer la últimas compras antes de ir al aeropuerto.

Prueba superada, lo habíamos logrado y la verdad es que a toro pasado, lo que molan estas cosas. Y os preguntaréis, ¿vaya pastizal os dejaríais no? Esto es Perú, 3h de taxi nos salieron a 20 soles por barba, unos 5 euros por barba!

Lo único que nos faltó para este día era que en aeropuerto nos esperara Raquel Sanchez Silva y el equipo de producción de Pekin Express. Por fin estábamos embarcados rumbo a la playa de Mancora. Qué rico sabe todo cuando se sufre.

Playa Mancora

Finalmente y a última hora del día llegamos a nuestro pequeño remanso de paz, un delicioso hotelito a pie de playa regentado por una pareja encantadora de catalanes que nos recibieron con los brazos abiertos.

Mancora es un pequeño pueblito playero con muuuuucha gente joven pasando sus días de recreo. Después de todo el tute de viaje siempre nos gusta tener tres días de paz y relax a pie de playa y darnos el capricho de un hotel como dios manda, y este ha cumplido las expectativas con creces. Habitación con jacuzzi y vistas al mar, para que quieres más.

Las playas están bien la verdad, pero no es para tirar cohetes. La verdad es que en casa estamos muy mal acostumbrados a tener buenas playas y es dificil que te sorprenda una playa a no ser que sean las islas Galapagos.

Allí echamos tres días de relax, piscina, playa y paseitos por el pueblo. Como en una especie de reencuentro nos fuimos encontrando con todo el team Argentino que llevaban ya varios días en Mancora. Así que pudimos cenar y birrear con ellos y recordar la experiencia del camino Inka.

Deporte en Playa Mancora

La única excursión que hicimos fue a Ñuro, una especie de “reserva” de tortugas gigantes donde puedes bañarte con ellas. Resulto ser un muelle donde la peña se tira a vivir la experiencia de nadar junto a las tortugas pero sin ningún tipo de control. Guiri, pero medio salvaje también. Allí no controlaba nadie nada, ni chalecos salvavidas (solo si lo pagabas) ni cuidadores ni ná.

Si te llevabas un talisco de una tortuga, pues se siente. Tras juntarnos con los argentinos en el propio muelle y sacarnos las fotos de rigor decidimos volver andando hasta la playa de Los Órganos por la playa, que aunque había una tirada nos apetecía.

Pescadores en Playa Mancora

Y la verdad es que el paseo de vuelta fue infinitamente más enriquecedor que la excursión en si. Una kilométrica playa desierta, salpicada de vida salvaje, leones marinos muertos incluidos fue testigo de charlas, una vez más de política y cultura con nuestros gautxos favoritos.

Tras una hora larga de caminata unas rocas parecían cerrarnos el camino y comenzaban los, “te mato” de algunos. Pero falsa alarma, tras un poco de incursión por las rocas llegamos a la playa deLos Órganos , donde cogeríamos el bus que nos dejaría de vuelta en Mancora.

El viaje llegaba a su fin, un vuelo nos separaba de Cusco donde la buena de Nicole fue a recogernos para llevarnos a cenar algo típico y pasar la última noche peruana en buena compañía en una terraza con vistas al paseo marítimo de Cusco.

Tras un placido sueño, nuestro vuelo nos esperaba y un inmenso océano nos separaba de nuestra vuelta a la realidad. La aventura había terminado.

 

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